Zapatero a tus zapatos

Por. Alfredo Colque Machicado*

Que en latín sería Ne sutor ultra crepidamc, refrán que se utiliza para aconsejar a alguien que no hable  o juzgue más que de aquello que entiende, en la actualidad se usa como consejo a quien pretende juzgar, pero también realizar asuntos ajenos en los que no es experto, trabajos para los que no está capacitado o entrenado, es decir que cada uno haga lo que sabe hacer!! no más!. “Zapatero a tus zapatos”, algunos países han adoptado esta frase a tal punto que han hecho de sus economías y sociedades las más grandes e importantes del mundo, capacitando y valorando a sus recursos humanos, quienes son los que hacen posible todo esto, el desarrollo, el crecimiento. Sin embargo lamentablemente la mayoría de los países del tercer mundo, o países en vías de desarrollo o sub desarrollados como realmente nos conocen hemos no solo desaprovechado nuestros recursos humanos, sino que incluso hemos creído que cualquier persona puede hacer el trabajo que quiera, sin importar si dicha persona está capacitada para desempeñar algún trabajo específico.

En nuestro país la política ha servido lamentablemente para desvalorizar el talento humano, técnico y profesional, anteponiendo situaciones de parentesco familiar, de afinidad política, pero sobre todo de interés económico, haciendo que algunas personas ocupen cargos sobre todo públicos a sabiendas de que los mismos no tienen idea de lo que hacen ahí.

Lamentablemente esta ha sido la constante de la administración pública de nuestro país a lo largo de toda su historia, en el que hombres y mujeres se repartían cargos al calor del poder político sin que la capacidad intelectual, la experiencia técnica o profesional u otros atributos distintos al de parentesco familiar, de afinidad política, pero sobre todo de interés económico, sean tomados en cuenta.

Ante esta situación debemos ser los trabajadores quienes estamos obligados a mostrar nuestras actitudes, en nuestro trabajo, que están determinadas por pequeñas cosas; a las que, a veces no damos la suficiente importancia, no solo nosotros sino también los empleadores, tal vez por el hecho de que el cargo que ocupamos es político y creemos que no nos lo merecemos.

La puntualidad debe ser una constante, desgraciadamente, para algunos no lo es, otros, fallan en la eficacia; la productividad; la sinceridad; o la amabilidad con los demás. Nuestro comportamiento debe ser merecedor, en todo momento, del calificativo de excelente.

Hemos de dar de sí todo lo que podemos. Y esto no debe hacernos sentir esclavos de nuestro trabajo. Todo lo contrario, debe hacernos sentir buenos profesionales, buenos técnicos, buenos trabajadores y seguros de nosotros mismos.
A veces, creemos que, dar ejemplo, es una función que corresponde solamente a los jefes. No es así. Cada uno de nosotros debe ser un ejemplo para los demás, sea cual sea, el lugar que estemos ocupando.

Es halagador el que nos feliciten por algo que hemos hecho bien. Deberíamos ser más propensos a expresar nuestra admiración a los demás, cuando vemos que hacen algo digno de elogio. Cuando expresamos nuestra aprobación, conseguimos una mejor colaboración. Alabar a los demás por sus ideas, por su trabajo, o por haber intentado algo, ¿aunque no haya salido lo bien que se esperaba?, es una motivación inmejorable, y no cuesta nada.

Para mejorar nuestra actitud hemos de cuidar los más mínimos detalles, mejorando nuestra vocación y habilidad profesional. Sucede, a menudo, que una persona que hace tan solo dos años que entró a trabajar en una institución pública; ha progresado más, la pregunta es lo ha hecho por que tiene más habilidades y es más valiosa, que otra que lleva diez años. Hoy en día, lo que cuenta no es la antigüedad, ni la experiencia profesional, ni la capacidad y calidad en el trabajo, sino otros requisitos que nada tienen que ver con estos.
Que esto no nos desmotive, más al contrario durante el tiempo que tengamos que ocupar ese lugar, tratemos de aprender todo lo que nos sea posible, al objeto de mejorar nuestras habilidades. Si mejoramos nuestra capacidad para realizarlo, un trabajo, aunque no nos guste, se nos hará más llevadero. Y difícil será que, en el proceso, no aprendamos algo que nos ayude en el futuro a desempeñar nuestra verdadera vocación mucho mejor.

Zapatero a tus zapatos, señores la diferencia la hace uno, el trabajo no hace al hombre, el hombre hace al trabajo!

 

* Economista Máster en Economía del Gas y Petróleo

Sigue sus artículos en www.eleconomistasite.wordpress.com

 

2 comentarios sobre “Zapatero a tus zapatos

  1. Tienes razón se tienen que terminar estas cosas por que en el gobierno nuestro se ve como los ministros pasan de un cargo a otro, sin saber nada se conforman con darles asesores ;y ya pueden desempeñar cualquier trabajo es elcolmo de la irresponsabilidad. Por eso no salimos de ser tercer mundistas.

    Le gusta a 1 persona

    1. y no sólo a nivel nacional, sino también a nivel regional, donde se eligen a funcionarios en cargos de jerarquía, siempre cuando cumplan requisitos políticos y no técnicos, cuando debería ser todo lo contrario, como dicen el que sabe, sabe y el que no es jefe.

      Me gusta

Deja un comentario