Tarija no supo y no sabe sembrar sus regalías

Por. Alfredo Colque Machicado*

Las cosas se están poniendo cada vez más difíciles, no se puede descartar un serio empeoramiento de las circunstancias económicas que se viven en Tarija, tampoco una modificación sustancial de su política departamental de desarrollo. Puede que la falta de planificación en tiempos de bonanza, hoy nos haga pagar  factura, o que sus consecuencias sean menos graves de lo que actualmente se sospecha, en todo caso, y más allá de la demagogia de los políticos de turno, parece claro que volver a la normalidad económica llevará tiempo, personalmente calculo que transcurrirá al menos una década hasta que el Departamento de Tarija vuelva a la estabilidad financiera que parecía tener antes de la época de vacas gordas derivada de la explotación de sus recursos naturales y de que al mismo tiempo empezara el desastre económico provocado por el despilfarro de los políticos que mal administraron los mismos.

La actividad productiva y las iniciativas de estos y otros agentes económicos pueden acortar algo ese periodo. Sea como sea, de aquí a que el drama acabe, que un día estoy seguro acabará, se producirán nuevos cambios importantes. Y lo que parece seguro es que los que ya se han adoptado no solo no son irreversibles, sino que indican que el futuro sin crisis será muy distinto del pasado. Y para muchos, bastante peor.

A falta de otros, un dato de ese futuro es que el poder adquisitivo de los salarios, al menos los de la mayoría de los trabajadores, serán más bajos, de lo que hoy en día son. Puede que su descenso en términos reales llegue a 50%, lo cierto es que los salarios, sobre todo los de las categorías laborales menos privilegiadas, en la que me incluyo llevan ya tiempo bajando respecto al valor de la canasta familiar y que los nuevos contratos, de aquellos que tienen suerte de ser recontratados fijan condiciones que equivalen a la mitad de las que hace algunos años se fijaban por esos mismos empleos, me refiero a los beneficios laborales que lamentablemente están siendo eliminados, ahora ya no solo en las empresas privadas, sino que también en la instituciones públicas.

Esa es ahora nuestra realidad, irracional desde cualquier punto de vista económico, además de social o político, pero la tendencia que esos excesos ilustran difícilmente se revertirá. Sobre todo, mientras persista una economía que dependa totalmente de la renta del gas natural, es decir mientras no salgamos de esa odiosa dependencia de nuestros recursos naturales no renovables y más al contrario busquemos alternativas para ocupar por ejemplo en la producción agrícola en escala esa mano de obra de reserva (es decir desempleada), conformada por tarijeños o por inmigrantes ansiosos por igual, que pueden encontrar en esta actividad productiva a escala un puesto de trabajo digno, permanente y bien remunerado, pero mientras nuestra economía este sumergida en la renta del gas  será difícil ver que la misma crezca de forma sostenida.

Tarija está, y no en las mejores condiciones, dentro de esta realidad que ahora le toca asumir y que en el futuro previsible no va a vivir nuevos milagros, sino es con voluntad y fuerza de trabajo de la que todos, absolutamente todos los estantes y habitantes de este suelo bendito podemos entregar.

Otro elemento que debe marcar nuestro futuro es que los gastos del Estado en sus tres niveles de gobierno deben ser más reducidos que antes de la crisis, porque todo indica que los recortes y las reformas que ya se han hecho no van a revertirse, por lo menos no para los gobiernos subnacionales, más al contrario la falta de planificación en estas condiciones puede generar un eventual colapso financiero, no considero que la solución este tener menos empleados públicos, sino más bien creo que parte de la solución está en otorgar menos dinero para servicios sociales gratuitos como el PROSOL, esto sí podría marcar el panorama económico y social de Tarija para que esta salga de la crisis.

Sin embargo para cambiar nuestra triste realidad haría falta una conjunción de fuerzas tan poderosa como la que desde hace años se ha venido exigiendo para favorecer a nuestra sociedad, sobre todo a los que menos tienen, lamentablemente esas fuerzas no se atisban por ninguna parte, será porque Tarija nuca supo ni sabe sembrar sus regalías.

 

* Economista Máster en Economía del Gas y Petróleo

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